"Tan sólo sentarse, tan sólo sentirse..."
La meditación Zen ha enriquecido las civilizaciones con las que ha estado en contacto. Hoy ya se encuentra en Occidente con toda su frescura, dejando de lado sus aspectos puramente orientales. Permite el acceso directo al conocimiento de sí mismo, por encima de los sistemas, de los valores, de las naciones y de las razas.
Si, a veces, es considerada una religión o una filosofía, en realidad la meditación Zen no se basa en ningún dogma ni en ninguna ideología. Es la experiencia viva y el impulso creador anterior a cualquier formalización. La meditación Zen consiste básicamente en la práctica de Zazen pero también la de los elementos fundamentales que constituyen la vida cotidiana: respirar, andar, dormir, comer, trabajar, pensar, vivir en armonía con los demás y el entorno. Son elementos esenciales para el equilibrio de nuestra vida.
Al tomar la fuerza y la energía de esta práctica, deja su huella en todos los momentos de la vida cotidiana. Comprender esto y ponerlo en práctica en la existencia personal es de hecho una verdadera revolución interior. Es encontrar las raíces y penetrar en la realidad de la vida.
La práctica de la meditación Zen es la experiencia de la unidad anterior a cualquier dualidad. Es imposible explicarlo racionalmente pues el lenguaje separa, ejerce un corte en la realidad de lo que es. Aunque lo mejor es hacerlo en grupo, el Zen es una práctica individual y cómo tal es única y personal.
"La belleza natural del cuerpo es el reflejo del espíritu entrenado en la concentración de cada gesto."
(Taisen Deshimaru)"Vosotros que buscáis el CAMINO, os lo ruego, no perdáis el momento presente."
(Sekito Kisen)